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María Mulata – Itinerario de Tambores (2006)

Siguiendo con la música colombiana, traigo a María Mulata, que tiene un sonido similar a la Totó La Momposina, con coros femeninos y una base instrumental de tambores, aunque con un estilo particular. Un dato anécdótico: ganó el Festival de Viña el año 2007.

El día en que decidió convertirse en cantadora, Diana Hernández recordó las prime ras lecciones de bullerengue que le dio Etelvina Maldonado, en Cartagena, cuando la preparaba. Cantaban y se guíaban con la mirada los pasos de las mariamulatas. De ese recuerdo surgió el nombre de su grupo: María Mulata, con el que elaboró el álbum doble Itinerario de tambores. Desde niña, Diana supo que su camino era la música. Pero el bullerengue llegó más bien tarde, si se tiene en cuenta que a los 4 años tocaba bambucos y pasillos, con su hermano, en el dueto infantil Campanitas, que después se llamóDiana y Fabián. Tres veces recibieron galardones en el Mono Núñez, incluido el gran premio, en el 2003. Hernández había recorrido ya el país cuando se decidió por el canto lírico y se matriculó en la Javeriana. Ahora es una cantadora como Petrona Martínez y Etelvina Maldonado. Reconoce que tiene por delante un largo aprendizaje, pero confía en el aval de sus maestras. Muchas de ellas son ancianas legendarias, infaltables del Festival de Bullerengue de Puerto Escondido (Córdoba). Diana y el bullerengue es una historia de amor que comenzó en un curso de percusión folclórica. Se maravilló con las lecciones de Paulino Salgado, el fallecido Batata, hermano de la cantadora Graciela Salgado. Después conoció a Alé Kumá, grupo liderado por Leonardo Gómez, que editó el CD Cantaoras, que se convirtió en clásico, en el que acompañó con sonidos de jazz las canciones de cuatro mujeres. Una de ellas era Etelvina Maldonado. Diana se enamoró de la voz de Etelvina en canciones como ¿Por qué me pega?Y empezó a estudiar el bullerengue en serio cuando Gómez la invitó a hacer coros en las presentaciones de Alé Kumá y, más tarde, a la grabación del álbum en el que acompañó al rey del porro, Pablo Flórez. También Flórez fue un maestro. Pero el bullerengue había calado más hondo. Irene Martínez y Emilia Herrera, a través de sus grabaciones, hechas en acetato en los años 70, fueron sus modelos. Y en el baile, Diana buscó orientación, en Bogotá, de Clotilde Pitalúa y Martha Ospina. Estudiar a distancia no era suficiente. La única manera de ser una verdadera cantadora era echarse al agua… o a la rueda de bullerengue. Así que se inscribió en el festival de Puerto Escondido, en el 2005. Y se fue un mes antes, en un periplo de preparación, acompañada por Gómez. Partieron de Cartagena, donde Etelvina le transmitió todo lo que pudo. De ahí pasaron a María La Baja (Bolívar), Arboletes, Necoclí, Turbo (Antioquia) y Puerto Escondido. Y el primer mito que se cayó ante sus ojos, en Arboletes, fue la idea de que el bullerengue es una tradición femenina. Preguntó quién le enseñaba el baile y le señalaron a Freddy Suárez, director de El Orgullo de Arboletes. Supo que el baile recrea un coqueteo entre bailador y bailadora, mediado por la rivalidad del hombre con el tambolero. Después de cinco días bailando con Freddy, partió hacia Necoclí (Antioquia), a buscar a Eloísa `Eloa’ Garcés. De su mano, tuvo su primera oportunidad real de entrar a una rueda de bullerengue y robarse el canto. «La rueda la forman en torno al grupo musical y los bailadores -explica Diana-. Y la gente que está mirando entra a quitarles la pareja a los que bailan». Entre cantadoras se ‘roban’ el canto, en una piquería sutil. La cantadora que entra comienza con un `lereo’ y termina quedándose con la voz principal. Durante todo su camino, Leonardo Gómez, de Alé Kumá, iba grabando las improvisaciones. En Turbo (Antioquia), Diana conoció a Eustiquia Amaranto y a Martina Balseiro (de 94 años). Y llegó muy tarde al encuentro con Buenaventura Medrano, en Puerto Escondido. La legendaria cantadora de 115 años, a la que soñaba conocer, había muerto dos meses antes. Ya en el Festival coincidieron todas. Ese año, la competencia se dividió entre grupos tradicionales y de proyección. En esta última, su tambolero y una de sus bailarinas se llevaron los aplausos. Y aunque en ese primer intento Diana no llegó a ganar, dejó una buena impresión. «Era un orgullo -recuerda-, oír que las cantadoras decían a las otras: ‘Ella es buena, porque yo le enseñé`. Volvieron a competir en el 2006, sin importar trayectoria. Esta vez, Diana y sus maestras Eustiquia Amaranto y Eloa Garcés fueron nominadas al premio de mejor cantadora. No tenía a Etelvina cerca para celebrarlo, porque la cantadora había ganado tantas veces, que la declararon fuera de concurso y no asistió. De toda esa experiencia quedaron horas de grabaciones, algunas históricas. Por eso el álbum de María Mulata es doble, porque el primer CD trae los cantos de Diana y su grupo y el segundo o `lado B’, como lo llama ella, trae todo el registro documental de las ruedas de bullerengue en las que participó con las cantadoras durante aquel viaje inolvidable que la transformó en cantadora. María Mulata, el grupo dirigido por Diana Constanza Hernández, fue escogido para participar por Colombia en la competencia folclórica del Festival de la Canción de Viña del Mar 2007, con la canción ‘Me duele el alma’, compuesta por Hernández y Leonardo Gómez (de Alé Kumá). La participación se definió cuando Gómez envió la canción de María Mulata, presente en el disco Itinerario de tambores’, a la organización, que les notificó que habían sido seleccionados en la modalidad folclórica (también está la modalidad internacional), del Festival. (Fuente reseña y link descarga: http://musicasdecolombia.blogspot.com)

TrackList:

lado a:
01 Mamba
02 Marianita
03 Me duele el alma
04 Puerco Jabalí
05 Yo quiero cantar así
06 Apila el arró
07 Cangrejito
08 La máquina
09 La Pava echá
10 Arrullo
11 Negro mirar
12 La candela de vapo
13 Agua del canal
14 Dame la mano prima

lado b:
01 Cada uno, cada cual
02 El palo ‘e Juana Miranda
03 Pa la escuela nene
04 Ataole
05 Alisé
06 Rula
07 Guacamayo prieto
08 Morelo
09 Manolo Barrios
10 La guanábana dulce
11 Bullerengue pa vendé
12 Puente de Medellín
13 Adios mi negra
14 Monteriana

El Brujo y su Timba – Música del viejo Chocó (2007)

Una nueva colaboración de Donna, nos envió este disco de música de su tierra, Colombia. Vale la pena disfrutarlo.

Luego de 83 años de existencia, el pasado 26 de junio (2010) Alfonso Córdoba falleció en Quibdó, ciudad que de manera análoga al propio “Brujo”, como mejor se le conoció a este ilustre personaje, está ubicada en el corazón del departamento del Chocó. Allí mismo nació “El brujo” en el año 1926, cuando el misterio del río Atrato guardaba con celo miles de historias y vivencias propias del negro colombiano.
Siendo uno de los más reconocidos músicos del pacífico colombiano, la obra del “Brujo” es homenaje a la tierra en que formó desde pequeño un talento especial para escribir canciones; y también homenaje a su padre, boga de profesión que además del transporte, tuvo a cargo entretener todos aquellos pasajeros que definieron su existencia con las bondades del río. Allí identifico el meritorio “Brujo” las fuentes para innumerables cantos y cuentos que se suman a labores que realizó como orfebre, carpintero, joyero, calígrafo y constructor de instrumentos, con los que amenizó desde bailes y fiestas locales hasta medianos conciertos en diversas ciudades de Colombia.
La música del “Brujo” responde en gran medida a la tradición cubana, influyente en toda Colombia desde los albores de la industria discográfica y la radiodifusión. Además de los tríos de boleros, a la orden del día estuvieron sonoridades tipo sexteto y orquestales tipo “Sonora Matancera”, en la programación de emisoras como CMQ y Radio Progreso, que desde Cuba propagaron por buena parte del caribe el sentir musical de la Habana, llegando incluso hasta aquel remoto departamento colombiano.
Por entonces, años 30, 40, la navegación a vapor incrementaba su presencia en el río Atrato, lo que puso en contacto creciente a Quibdo con el planeta. Para el desarrollo musical es de destacar la llegada de los discos y sus aparatos reproductores, además de personas foráneas con sus propias tradiciones. Estas fueron condiciones para el surgimiento de una generación de gran cuantía a la que pertenecieron, además del “Brujo”, músicos como Aristarco Perea, Augusto Lozano, Gastón Guerrero, Ignacio Hinestroza “Chagualo”, Víctor Dueñas Porras, Lucho Rentería “Cayayo” y Neptolio Córdoba, entre muchos otros.

Pero no fue solo Quibdo el contexto musical del “Brujo”, y no fue el Atrato el único río que subió y bajó. También recorrió el Baudó y el San Juan, ríos del Choco que van a dar al Pacífico en tierras de Chirimía y Marimba. El Atrato por su parte desemboca en un caribe bullerenguero, sextetero y de bandas. Con 20 años de edad el “Brujo” la pasó entre Cartagena y Barranquilla, donde ratificó su reconocimiento como constructor de muñecos y disfraces para gozar en carnaval, una faceta que ya venía en desarrollo desde la infancia.
En la capital del Atlántico “El Brujo” conformó “Los Mayorales del ritmo”. Inmerso en la industria musical, se movilizó con esta a la ciudad de Medellín. Su voz quedó registrada como parte de los coros de una agrupación insigne del denominado “chucu chucu”, nada menos que los “Teen Agers”. Con este tipo de propuestas, “Brujo” a bordo, se dio inicio en los años 60 a una nueva etapa para el desarrollo musical con base en la tradición del caribe, de la que hoy seguimos recogiendo variados frutos.
De nuevo en Quibdo, por el año 63 el “Brujo” conformó “Los negros del Ritmo”, agrupación a la que pertenecieron Gerardo Rendón y Julio Cesar Valdés, integrantes del “Trío Atrato” con quienes grabó tres de sus canciones cerca de 40 años después. De esta agrupación, “Los negritos…”, se conoce una hermosa fotografía incluida en el folleto del disco “El Brujo y su timba – Música del viejo Chocó”. Allí encontramos al Brujo, inmerso en un formato que incluye trompeta, dos saxos, guitarra, conga y timbal. Y qué contento se le ve, lástima que no se le escuche.
“Los negritos del ritmo”, nos cuentan allí al lado de la foto, estuvo sonando entre el 62 y el 73. La época de otro grande del pacífico colombiano, Peregoyo y su Combo Vacaná. Quizá algo similar haya sido su sonido. Luego vinieron dos bandas, “El Brujo y su Timba” y “El Brujo y su banda”, como preámbulo para un corta participación del “Brujo” en la nómina del “Grupo Niche” durante los años 80, cuando se radicó en la ciudad de Bogotá. Por ese entonces la “Orquesta Guayacán” publicaba su segundo disco “Que la sangre se alborote”, 1987, que incluyó “Son Cepillao con Minué”, tema del “Brujo” que se convirtió en un éxito de la agrupación, motivo por el cual fue incluido nueve años más tarde en una compilación de 16 grandes éxitos de la orquesta, “La otra cara”.
Otros éxitos del “Brujo” en manos de “Guayacán”, fueron la canciones “Vano retorno” y “Nostalgia africana”, canción esta que por otros lares grabó Yuri Buenaventura. “Mojarra eléctrica” incluyó en “Raza”, su segunda producción, “La Pataleta”. Estos registros de sus canciones en el medio discográfico se suman al álbum “Los brujos del son”, que Alfonso Córdoba grabó en 1989 en compañía del vocalista chocoano Napoleón Cossio y al disco titulado “Nostalgia africana” del año 1998.
En cuanto a sus agrupaciones no sobra mencionar además a “El Brujo y su banda”, “Grupo Africanto”, “Sukundún” y “Raza”. Fue esta la forma que encontró Alfonso Córdoba para dejar plasmado su talento e inagotable imaginación. Tristemente, en la actualidad se consiguen solo dos discos, uno junto al mencionado Trío Atrato, “Chocó, cantos de río, selva y ciudad” y lo más reciente, “El brujo y su Timba, música del viejo Chocó”, dos producciones realizadas por Guana Records, a cuyas notas se deben buena parte de los datos consignados en este escrito.
El sabio “Brujo” tuvo la fortuna de vivir en carne propia un tormentoso y a la vez paradisíaco siglo. La industria musical, emergente en el momento que dio rienda suelta a sus aventuras, reconoció muy poco su particular talento. Ahora, en la recta final, jóvenes entusiastas se dieron a la tarea de desenterrar aquella leyenda, por lo cual esperamos como póstumo homenaje, la publicación de al menos dos documentales sobre su vida y su basto numero de canciones.
Paz en la tumba del “Brujo” y felicidad para los vivos que podemos recordarlo por sus valiosas canciones.  (Fuente reseña: http://musicasdecolombia.blogspot.com).

TrackList:
01 Azúcar Pa’l Café
02 Cuando Suena El Bombo
03 El Dentón Sirá
04 El Cazador Y El Armadillo
05 Oda Raizal
06 Camisola
07 La Ley Del Talión
08 Limonera
09 Lo Que Le Pasó A Neptolio
10 Ramita De Pichindé
11 Juan Rumaldo
12 Tierra De Promisión